Bogotá,
Septiembre 26 de 2008
Amistades
de los FOROS VIRTUALES
Este es un
documento que les envía la Comisión Nacional del Plan
Decenal 2006-2016, publicado por uno de nuestros colegas, el más
joven del grupo Andrés Felipe.
Estamos
prestos a recibir cualquier aporte sobre este proceso del Plan
decenal.
Te
envio un fuerte abrazo lleno de energia positiva
Manuel
Adolfo Giraldo Molina
Promotor
ambiental/ asopadres
Atlántico
/ Región Caribe
Comisionado
Nacional PNDE
Tema:"La
educación más allá del sistema educativo"
PLAN
DECENAL DE EDUCACIÓN Y EDUCACIÓN INICIAL
Entre
las múltiples metas que establece el Plan Nacional Decenal de
Educación 2006-2016 se encuentra el imperativo de la
protección y atención integral a los niños y
niñas menores de 7 años, lo cual implica garantizar,
desde una perspectiva de derechos, la oferta de la atención
mencionada, mediante la articulación con otros sectores como
consecuencia de la llamada corresponsabilidad. En el informe
Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo, presentado
el 26 de octubre de 2006 en Nueva York por la Unicef, su Directora
Ejecutiva, Ann M. Veneman, aseguró que "En los primeros
tres años de la vida de un niño se fijan las pautas de
su futuro. En ese periodo, los niños y niñas
desarrollan su capacidad de pensar, hablar, aprender y razonar"
y aún más: "durante esos años se sientan
las bases de los valores y el comportamiento social que tendrán
cuando sean adultos [valores que tendrán grandes
compensaciones en el competitivo mercado laboral]. Para muchos niños
y niñas menores de cinco años, la atención y la
nutrición o la carencia de las mismas puede constituir la
diferencia entre la vida y la muerte". Y el documento "Política
Pública por los niños y niñas, desde la
gestación hasta los 6 años" cita de esta misma
corporación: "Durante los tres primeros años, los
niños y las niñas aprenden y se desarrollan más
rápidamente que en cualquier otra fase de la vida. En estos
tres años el cerebro del niño y de la niña es
muy receptivo, permitiendo un aprendizaje [en lenguaje y matemáticas
como lo sugiere Mustard] y desarrollo más rápido que en
cualquiera otra edad, en particular cuando al niño o a la niña
se le suministran amor, afecto, atención y se le estimula
mentalmente".
Considerando lo anterior valdría
la pena confrontarlo con la realidad del país, ¿cómo
estamos los colombianos respondiendo a éstas necesidades?
Según el Censo del 2005, en el país hay 4.3 millones de
niños y niñas menores de 5 años, y la Encuesta
de Calidad de Vida de 2003 muestra que de ellos, el 70% no recibe
ningún tipo de atención relacionada con cuidado,
protección y educación: unos nada despreciables 3
millones diez mil niños y niñas en todo el territorio
nacional duermen hoy sin ser conscientes aún de las terribles
consecuencias que devienen de esta terrible realidad ajena a ellos.
De los restantes infantes, el 62% asiste a los Hogares Comunitarios
del ICBF (donde se les brinda cuidado y nutrición), y el 38%
recibe atención integral y educación en los hogares
infantiles de esta misma entidad, o en preescolares oficiales o
privados. Si bien es cierto que la Constitución Política
enuncia en su artículo 67 "El Estado la sociedad y la
familia son responsables de la educación, que será
obligatoria entre los 5 y los 15 años de edad" también
dice allí mismo que "la educación formará
al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la
democracia...", y según vimos ¿cuál es la
edad propicia para esto? dudo que el Constituyente Primario, entonces
representado en los honorables Asambleístas haya querido dejar
por fuera a tantos niños y niñas y dudo aún más
que en la actualidad la mayoría de los colombianos titubee a
la hora de invertir en nuestros ciudadanitos. También
establece el artículo 44 que "los derechos de los niños
prevalecen sobre los derechos de los demás". No se debe
permitir que la educación inicial siga siendo un asunto de
suerte, y un privilegio de pocos a quienes las circunstancias
concretas les han sonreído.
Mal podríamos lamentar esta
situación sin proponer solución alguna y bien
deberíamos reflexionar acerca de la misma para buscarle
salidas: si bien el Ministerio de Educación Nacional busca
llegar a cubrir 400.000 niños y niñas de los niveles 1
y 2 del SISBEN entre 0 y 5 años con educación inicial
para el 2010, sería deseable que tanto las cifras de cobertura
como la inversión estatal reflejaran la imperiosa y urgente
atención que merecen nuestros niños y niñas, sin
discriminación alguna; ya quisiéramos ver una Colombia
con una cifra que aspire razonable y eficazmente al 100% -y no al
9.3% fijado por el MEN- de infantes recibiendo atención
integral y por ende, educación inicial. Está comprobado
que una buena atención a la educación inicial, durante
la primera infancia, está relacionada con el desempeño
académico, el logro de mejores resultados en pruebas de
inteligencia, y con menores tasas de repitencia y abandono escolar
(Young, 2002). (Así que el MEN vería mejores cifras de
repitencia y deserción en un futuro). Y debemos recordar la
corresponsabilidad mencionada anteriormente, pues no sólo el
Estado es responsable, así que parte de la solución
recae sobre la familia y sobre la sociedad. Para el primero, debe
advertirse que el dinero que invierten -no que gastan- en sus niños
y niñas es una apuesta a la esperanza y la fe que en ellos han
de tener, es el manifiesto deseo de ver en ellos su potencial como
ciudadanos en pleno desarrollo de la personalidad, respetuosos de sus
derechos y deberes realizado. Esque ya todos sabemos que la paz
empieza por casa, y que si verdaderamente soñamos con un país
medianamente democrático y que pueda vivir en paz, donde los
ciudadanos hagan uso y apropiación de valoraciones solidarias,
críticas y responsables; no deberemos escatimar en la atención
a estos niños y niñas. Y la atención integral
incluye la época de lactancia también: durante los dos
primeros años de vida la lactancia es imprescindible para la
correcta conexión del 95% de las neuronas del bebé, es
un factor determinante de los mecanismos neurológicos, que
favorecen el aprendizaje, la salud y una conducta favorable a lo
largo de la vida (de allí a que el Plan sugiera también
que el 100% de la población infantil y las madres gestantes
(futuras lactantes) estén cobijados por seguridad social).
Y la sociedad, por su parte,
puede, como bien lo sugiere el Plan Decenal, volver verdadera y
eficazmente su mirada a los más pequeños, comenzando
por los medios de comunicación. Es innegable el grandísimo
alcance que éstos tienen, así como también lo es
su papel como agentes de la educación informal y su
responsabilidad social, lo cual los obliga a pensar en los niños
y las niñas a la hora de emitir sus contenidos. Los
colombianos expresaron en el Plan su deseo de que el 100% de los
medios de comunicación tuviesen programas de atención a
niños y niñas menores de 7 años. Y no sólo
eso, sino que también propusieron la creación de planes
de atención integral y proyectos pedagógicos de
promoción del desarrollo afectivo, social, cognitivo y
comunicativo para esta población. Así pues, concluimos
la imperativa obligación del Estado, la sociedad y la familia
para con sus niños y niñas, especialmente con los
menores de 5 años, en cuanto a atención integral. La
educación como parte esencial de la equidad, de la
competitividad y de la construcción de la paz -como bien lo
expresa la Sra Ministra-, y como clave para el progreso, el
mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para
la protección del medio ambiente es como un bambú
japonés, la más pura analogía de una inversión
a largo plazo que, por supuesto, no ve sus frutos de inmediato; el
bambú ha de regarse y abonarse pacientemente día tras
día, sin desanimarse porque parezca no crecer, pues un día
-tras años de inadvertido desarrollo- su altura será
ejemplar y magnífica. No podemos permitirnos, como nación,
estropear progresiva y sistemáticamente el proyecto que entre
todos hemos decidido construir, no podemos continuar sin regar y
abonar nuestra planta por considerarlo algo no prioritario o
imposible, pues un árbol con débiles raíces está
condenado a la perdición y a la muerte.
Andrés
Felipe Suárez Sastoque
Comisión
Nacional de Seguimiento al PNDE
26 de
julio de 2008, Bogotá D.C.